
Por suerte o por desgracia, yo soy español. Prefiero pensar que es por suerte, porque las desgracias nunca vienen solas, pero a veces me resulta difícil sentirme a gusto en mi propio país. Como he dicho antes, por suerte soy un ciudadano de España, país situado en una pequeña península que tiene (dicen) forma de piel de toro, y conocido en todo el mundo por la simpatía que desprenden sus ciudadanos, entre otras muchas cualidades. Esto, a mí, me llena de orgullo y satisfacción (que diría nuestro monarca), pero hemos de reconocer que somos un poco desgraciados, porque en siglos y siglos de historia, a día de hoy no hemos conseguido aunar nuestras diferencias por el bien común.
Y es que a un servidor le interesa la historia, y más la de su país: soy de los que piensan que si no conoces de dónde vienes, no sabes a dónde vas. A raíz de este interés por la historia, he llegado a la siguiente conclusión: nuestra princi

pal acción siempre ha sido la imposición más que la conjunción, y cuando algo no ha parecido bien, se ha llevado al extremo aquello de que “la letra con sangre entra”. Y si la letra es en castellano, mejor. Porque aquellos que siguen soñando con otra España que vuelva a ser “una, grande y libre” siempre lo han querido así. Pero nuestro país no tiene que dar esta imagen; España no puede ni debe ser la que fue hace varios años, cuando hermanos de sangre llegaron a matarse entre ellos, separados en dos bandos absurdos que sumieron a sus ciudades y pueblos (y sobre todo a los habitantes de éstos) en la más absoluta miseria.
Además, en pleno siglo XXI no podemos seguir pareciendo un país que no admite al diferente, que lo margina y explota; hay que olvidar por completo y hacer desapar

ecer aquellas estructuras que producen un país déspota, antiguo y corrupto, repleto de ladrones y caraduras; y, sobre todo, no debemos dar la imagen de un país que se compadece de sí mismo porque hay quienes quieren romper la unidad, cuando la verdadera culpa es de aquellos que quieren unidad a golpe de imposición. Porque, hace ya muchos años, a muchísimas personas les costó la vida defender una España moderna y plural, que mirara sin tapujos hacia el futuro y que abarcara a todos los españoles. Porque yo también opino, como aquellos hombres y mujeres, que el pluralismo y el diálogo son la mejor baza para garantizar los mismos derechos a todas las personas, sin distinción de sexo, raza o religión. Porque ¿qué sería de España sin el gazpacho (Andalucía), el “pantomaca” (Cataluña), el vino (La Rioja) o el marisco (Galicia) y sólo pudiéramos disfrutar de un buen plato de jamón serrano?
Este tío lo explica mejor que yo: Nach, “Mi País”
http://es.youtube.com/watch?v=-MPDKSm6jJw
http://www.masqueletras.com/letra-4211/Nach-Scratch/Mi-pais.html
Antonio Chaves
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